La bulería es un palo del flamenco caracterizado por su espontaneidad, su fuerza emotiva y su alegría. Los expertos sostienen que procede de la soleá y hay diferentes opiniones sobre su origen etimológico. Puede ser, según la Real Academia de la Lengua, que bulería provenga de bullería, como equivalente a bulla o alboroto, quizá derive de burlería, en el sentido de burla o broma. Incluso hay quienes señalan que el origen del nombre estaría relacionado con bulero que vendría a significar timador.

Pocos ponen en duda que estamos en un tiempo de bulos. Mi admirado José Luis Corral en una de sus magníficas novelas, titulada “El vuelo del águila” referida al tiempo de la infancia y adolescencia de quien será Carlos I —transcurre entre 1500 y 1515—, afirma que aquel era un tiempo en que todos engañaban a todos. Esto del engaño generalizado —en mi opinión caracterizó a muchas otras épocas— es perfectamente aplicable a nuestro tiempo. El bulo, según el presidente Sánchez, es de tal importancia que se refirió a él en la Asamblea General de las Naciones Unidas como cosa a la que pretende hacer frente, amordazando a quienes lo practican desde las filas del periodismo. Está por determinar lo que Sánchez entiende por bulo. Una parte no pequeña de españoles lo consideran el principal bulero que hay en el reino de España.

Un ejemplo de esparcir bulos nos lo ofreció la ministra portavoz del gobierno de Sánchez, Pilar Alegría, en su comparecencia del pasado martes al referirse al auto de la Audiencia Provincial de Madrid sobre el caso Begoña Gómez. Afirmaba que el auto judicial tildaba de investigación prospectiva la realizada por el juez Juan Carlos Peinado y que tras ese auto al procedimiento le quedaba muy poco para quedar cerrado y archivado. En realidad, el auto dice lo contrario y señalaba que la investigación no es prospectiva y que hay materia para que el juez siga investigando, acotando las parcelas de la investigación a la cátedra de Begoña Gómez en la Universidad Complutense, cuyo prestigio está seriamente dañado, y a los contratos del empresario Juan Carlos Barrabés. Nada de investigación prospectiva ni archivo del caso. Peinado seguirá investigando a Begoña Gómez porque se han hallado indicios de posible corrupción y tráfico de influencias. Otro tanto ocurrió, al referirse, a la reforma de una ley que va a acortar el tiempo de cárcel para casi medio centenar de presos de ETA, como Bildu viene exigiéndole a Sánchez para prestarle su apoyo parlamentario. Afirmó Pilar Alegría que el Consejo de Estado en un informe de 2023, había avalado la reforma de esa ley, cuando en realidad el informe al que se refería era de 2013. También afirmó que la reforma de la ley era idéntica a la que aprobó el gobierno de Rajoy en 2014, cuando en realidad aquella ley impidió que a los presos de ETA se les descontara en España los años de cárcel pasados en Francia, que es lo que ahora se ha aprobado.

Los bulos de Alegría forman parte de la cotidianeidad de quien habla en nombre del gobierno en sus ruedas de prensa, como su portavoz. ¿Se refería Sánchez a esos bulos ante la ONU?

(Publicada en ABC Córdoba el viernes 18 de octubre en esta dirección)

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